Boifava decide otorgar tres gregarios a cada líder. Desde ese momento, Schepers, Ghirotto y Chiappucci ayudarán a Roche; Leali, Cassani y Rossignoli ayudarán a Visentini. La etapa comienza y los kilómetros se van sucediendo sin otras incidencias que la amenazas, gritos y escupitajos bajo los cuales Stephen Roche atraviesa los Dolomitas, hasta que en el Passo de Sella, a falta de más de 80 kilómetros para la llegada, Roberto Visentini ataca por primera vez. Son Eddy Schepers y Stephen Roche en persona quienes saltan a por él, en una actitud que no ayuda a calmar a los tifosi italianos. Visentini vuelve a atacar y vuelve a ser anulado por Roche y Schepers.
Roche parece sufrir en la subida al Pordoi, donde los intentos de agresión también hacen peligrar su integridad física. Visentini se percata de las dificultades de Roche e intenta entorpecer aún más el devenir del ciclista irlandés por la Cima Coppi, estando a punto de provocar una caída, en un desarrollo de etapa grotesco. En la Marmolada cede Tony Rominger, y Stephen Roche realiza gran parte de la subida escoltado a ambos lados por su compañero Schepers y por el escocés del Panasonic Robert Millar. Visentini ataca de nuevo en el descenso, también sin éxito. En meta dice estar pensando “en ganar el Giro y en hundir a Roche”, y acusa al equipo Fagor, al equipo Panasonic, a Van der Velde… de trabajar para el irlandés.
Roche explica haber experimentado “un ambiente que asustaba, el público me insultaba, trataba de golpearme y me escupía. También se pasaban el día empujando a Visentini. La dirección del Giro deberá tomar medidas para remediar esto, o será preciso poner una ambulancia detrás de mí todo el tiempo. También he tenido miedo en las bajadas, la dirección de mi bicicleta vibraba anormalmente en cada curva. No creo que me hagan sabotaje. Habrá que revisar la bicicleta esta noche. De todas formas no creo que esto pueda durar una semana, en estas condiciones no puedo decir que ya he ganado el Giro. Hoy he intentado hablar con Visentini, pero él no ha querido dirigirme la palabra.”
“¿Roche? ¿Qué Roche? ¿El ciclista? Un campeón. ¿El experto en relaciones públicas? Un mago, un genio. ¿El hombre? No existe, está muerto. Después de Sappada sólo le vi una vez más, a la mañana siguiente, por casualidad, en el hotel. Venía hacía mí, con cara de querer disculparse… Sólo le dije: Si te acercas, te mato. Nunca más he vuelto a verle. Para mí, está muerto.”
“Siendo una persona impulsiva, me sorprendió mi forma de reaccionar concentrándome exclusivamente en la carrera y en lo que tenía que hacer para ganarla. Estaba preparado para ganar, pero no en esa abominables condiciones. Antes de la carrera no había nada entre Visentini y yo, ni bueno ni malo. Yo pensaba que era debido a mi mal conocimiento del idioma por una parte y, por otra, a la gran timidez de Roberto.”
“El ciclismo es un lugar donde te estafan por completo, donde hay mucha gente que quiere ganar dinero a espaldas de los demás. Confiar puede ser peligroso, y yo, por naturaleza, confié.”
En la penúltima etapa, de 252 kilómetros entre Como y Pila, Eddy Schepers marca el ritmo durante las principales dificultades montañosas, el col de Joux y la subida final a Pila. Veinte hombres inician la subida final, más de 17 kilómetros al 7,2%. Eddy Schepers acelera y a falta de 8 kilómetros sólo quedan en cabeza Giupponi, Lejarreta, Roche, Millar, Breukink y Visentini. Es el momento elegido por Roche para atacar, que ve que Breukink y Visentini están sufriendo. Visentini intenta seguir al irlandés, pero sufre una caída haciendo el afilador con la bicicleta de Robert Millar y se lastima la muñeca. Sólo Millar y Lejarreta pueden seguir el ritmo de Roche, que definitivamente sentencia su victoria final. Desde lo alto del podio de Pila, en un ambiente tremendamente hostil, Roche manda callar a los aficionados italianos, mientras Visentini abandona el Giro sin disputar la crono final de la última etapa.
“En Lieja y en el Tour de Romandía Visentini nunca trabajó para mí, a pesar de que yo estaba un punto por encima suyo. En el Giro, el segundo día, declaró que yo tenía que trabajar para él y centrarme en el Tour, añadiendo sonriendo que en ese momento él estaría de vacaciones. Si hubiera sido más listo habría podido ganar el Giro, pero comportándose así puso a todo el mundo en su contra. Al principio todos estaban con él, salvo yo y Eddy Schepers, pero cuando empezó a perder se comportó de tal forma con el resto de compañeros que todos se volvieron contra él. Bueno, quizás no en contra, pero observando con neutralidad nuestro duelo. Los periodistas italianos han escrito que gané el Giro porque Roberto tenía a todo el mundo en su contra, pero es falso. Yo sólo podía contar con Eddy y tuve que construirme un equipo. Tuve la ayuda de algunos amigos, de chicos con los que me llevaba bien antes del Giro, y también de otros que no hicieron nada para que yo perdiese, pero no es ni siquiera parecido a lo que decían. Las cosas podrían haber sido diferentes y Visentini habría podido ganar si no se hubiera instalado una cierta neutralidad alrededor de nuestro duelo. Esa neutralidad no se ejercía de una manera orquestada: un día era un corredor, otro día era otro, y creo que el hecho de no tener ningún enemigo jurado en el pelotón me ayudó mucho.”
“En primer lugar quiero decir que nunca dije que en julio estaría tirado en alguna playa en lugar de estar ayudando a Stephen Roche a ganar el Tour de Francia. Eso lo inventó Roche para tener una estúpida excusa, la razón es simple y además fácil de entender. Ese año yo no iba a hacer el Tour porque era el jefe de filas en el Giro, había ganado la carrera un año antes. Todos en el equipo sabíamos que yo no iría al Tour en caso de ganar el Giro.”
“Fue una experiencia difícil que me endureció enormemente, y sin que yo lo percibiese en el momento, me enseñó más que todos los años precedentes en el mundo del ciclismo profesional. Sobre todo encontré un carácter que no creía tener, y sin darme cuenta me batí cuando era necesario, sin tener en cuenta el ambiente envenenado que Visentini y la prensa crearon a mi alrededor. No sabía que yo era capaz de soportar ese increíble aislamiento. Los periodistas me felicitaron al finalizar por no responder a los ataques de los que era objeto y que, en un entorno italiano, tomaban dimensiones insensatas. Me felicitaron por no haber dado lugar a la polémica.”