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PRINCIPALES VICTORIAS

  • Milán-San Remo: 1958
  • Harelbeke-Anvers-Harelbeke: 1964, 1965, 1966, 1969
  • Gante-Wevelgem: 1956, 1957, 1962
  • Tour de Flandes: 1959, 1962
  • París-Roubaix: 1961, 1962, 1965
  • Flecha Valona: 1968
  • Lieja-Bastogne-Lieja: 1961
  • Giro de Italia: 12 etapas
  • París-Bruselas: 1956, 1958
  • Tour de Francia: 7 etapas
  • Mundial: 1960, 1961
  • Vuelta a España: 18 etapas
  • Giro de Lombardía: 1959
  • París-Tours: 1959, 1967

RIK VAN LOOY (1933)

  •    Para los autores del libro “Rik Van Looy 80”, Mark Vanlombeek y Robert Janssens  “Van Looy ha sido en Bélgica el ciclista más popular de todos los tiempos, no sólo por la clase que atesoraba, también por la fuerte dosis de carisma que tenía.”

     

       En 1963 Rik Van Looy busca su tercer maillot arcoíris tras los conseguidos en Sachsenring y en Berna, en 1960 y 1961. En ese momento no es sólo el campeón más querido en Bélgica, la federación también está a sus pies y dicen que es él quien decide quienes serán sus compañeros de selección para el Mundial que se celebra en las Ardenas flamencas, en Ronse, su territorio: Frans Aerenhouts, Benoni Beheyt, el nacionalizado belga Pino Cerami, Gilbert Desmet, Jef Planckaert, Louis Proost y Armand Desmet. Van Looy intenta emular en la selección belga a su famosa Guardia Roja, un equipo formado por y para él, independientemente de quien fuese el sponsor: “Aprendí eso de Coppi, y construí a mi alrededor el mejor equipo que pude.”

     

       Van Looy invita a cenar a sus compañeros diez días antes del Mundial. Les recibe cerca de su casa en Grobbendonck, y les hace firmar un contrato: Todos trabajarán para él y en caso de victoria recibirán a cambio 50.000 francos belgas. Todos parecen estar de acuerdo y firman el contrato, pero un día antes de la carrera, Gilbert Desmet, que ha sido diez días líder del Tour de Francia, no lo ve claro y se lo expone a sus compañeros. Argumenta que deberían recibir el dinero independientemente del resultado final de la carrera, y pide al menos 20.000 francos en caso de derrota, al fin y al cabo su trabajo sería el mismo. Queda el paso de comunicárselo a Rik Van Looy y Gilbert cree que la mejor opción es elegir como portavoz del grupo a Pino Cerami, que ya había participado y colaborado en las anteriores victorias de Rik en los Mundiales. Pino Cerami cree que la nueva proposición llega demasiado tarde para discutirla. Desmet toma las riendas y es él quien habla con Van Looy, que solicita los contratos firmados por todos y los rompe sin contemplaciones. El hotel donde se alojan, Le Bouquet Roubaisien, parece ser testigo del final del “Pacto de Grobbendonck”.

     

       El presidente de la Liga Velocipédica Belga, Arnold Standaert, debe intervenir y las órdenes con claras y concisas: “Nada se puede interponer en el camino de Rik.” Emile Daems, vencedor de la París-Roubaix, y Noël Foré, vencedor del Tour de Flandes, no habían sido seleccionados para no diversificar las opciones de victoria de la selección belga y todos los presentes debían trabajar para el único líder designado, el “Emperador de Herentals”.

     

       El director del equipo belga Wiel’s-Groene Leeuw, Albert De Kimpe, había conseguido que uno de sus pupilos, el joven de 22 años Benoni Beheyt, formase parte de la selección belga a pesar de haberse impuesto en primavera en la Gante-Wevelgem. Benoni es muy rápido y De Kimpe sabe que si Van Looy llega a considerarle una amenaza su participación en el Campeonato del Mundo podría verse comprometida. La leyenda dice que De Kimpe prohibió a su protegido ser ese año más rápido que Van Looy en el Tour de Francia, con el fin de obtener para sí mismo, gracias a las casas de apuestas, una buena inyección pecuniaria durante el inminente Campeonato del Mundo.

     

  •    17 vueltas a un circuito de 16,4 kilómetros con la subida al Kruisberg y los adoquines de Louise-Marie. 278 kilómetros que se inician bajo una intensa lluvia y con un termómetro que apenas sobrepasa los 12°C. 70 ciclistas toman la salida en el invernal agosto belga. 8 vueltas después cesa la lluvia y De Rosso e Ignolin protagonizan la primera escapada peligrosa del día. Pasan por meta con casi un minuto sobre el pelotón. Van Looy en persona se lanza en su persecución, junto a su compañero Armand Desmet y al italiano Italo Zilioli. Los belgas no consiguen la cooperación necesaria y la escapada es neutralizada en la décima vuelta. Bahamontes rueda con retraso tras sufrir una caída junto a Pérez Francés, Fontona, Balmamion, Renz y el belga Aerenhouts, que según lo estipulado debía ser junto a Jef Planckaert el encargado de preparar el esprint para Van Looy en caso de llegada masiva.

     

       En el tramo adoquinado de la undécima vuelta se destacan el francés Henri Anglade y el irlandés Seamus Elliott, que son alcanzados por Italo Zilioli una vuelta después. La ventaja de los tres ciclistas aumenta y alcanza el minuto y medio en la duodécima vuelta, y el nerviosismo se instala en la selección belga. Pino Cerami, Gilbert Desmet, Jef Planckaert y, sobre todo Armand Desmet, se encargan de la persecución, rompiendo el pelotón en varios grupos. Tom Simpson contraataca en la decimoquinta vuelta y sólo Elliott es capaz de seguir su rueda cuando ya se llevan recorridos casi 250 kilómetros. Ambos pasan por meta con una exigua ventaja de 27 segundos, y son neutralizados en la penúltima vuelta.

     

       Pino Cerami, después del gran trabajo realizado, habla con Rik y le dice que no podrá prepararle el esprint: “Me duelen mucho las piernas, es mejor que lo haga otro.” Benoni Beheyt, que es el compañero que menos ha trabajado durante la prueba, es el siguiente en ser interrogado por Van Looy: “No va a funcionar, tengo calambres en las piernas.” La responsabilidad finalmente recae en Gilbert Desmet. Se llega a la última vuelta con un grupo compacto de 29 corredores. Anquetil lo intenta pero Gilbert Desmet no le deja un metro y se coloca en cabeza según lo acordado. Tom Simpson busca sorprender a los belgas en una nueva tentativa en el último kilómetro, pero es contrarrestado por Armand Desmet, Rik Van Looy y Gilbert Desmet. Es un momento crucial, porque los cuatro ciclistas cogen unos metros, pero Van Looy vacila: “Sólo me di cuenta de que teníamos un hueco cuando lo vi más tarde por televisión. Si hubiera seguido, habría logrado el campeonato.” Gilbert Desmet, también perteneciente al Wiel’s-Groene Leeuw de Beheyt, lanza el esprint final según lo acordado, pero Van Looy se queda solo demasiado lejos de la meta luchando contra un fuerte viento lateral. Rik inicia el esprint caracoleando, yendo hacia el centro, después hacia la parte derecha de la carretera, para instantes después cambiar bruscamente de trayectoria hacia el lado contrario. Benoni Beheyt intenta sobrepasarle por la izquierda, pero viéndose desplazado hacia las vallas hace uso de una maniobra con la mano que hará correr ríos de tinta durante décadas en los ambientes ciclistas flamencos: Beheyt le roba la cartera a Rik II, cruzando la línea de meta en primera posición.

     

       Van Looy presenta una reclamación y pide la descalificación de Beheyt por realizar maniobras ilegales. Dice que Beheyt le ha tirado del maillot. Después de deliberar durante más de media hora, el presidente del jurado francés mantiene el resultado. Descalificar a dos belgas en Ronse no parece una opción inteligente de cara a la conservación de la propia integridad física, y más si el vencedor resultante es un holandés de escaso pedigrí, Jo de Haan, tercero por delante de André Darrigade.

     

       Benoni Beheyt se viste de arcoíris entre los abucheos de miles de espectadores que no saben dominar su frustración y su rabia. Las peleas y las discusiones se instalan en los cafés flamencos. Se acusa a Beheyt de alta traición, es el nuevo Judas… Se acusa a De Kimpe de haberlo planificado todo… Incluso Tom Simpson es sospechoso de formar parte de un complot internacional... Se acusa a Gilbert Desmet de dejar solo a Van Looy cuando aún quedan muchos metros para la línea de llegada: “Si hubiera querido perjudicar a Rik habría insistido con Anquetil en su ataque, yo me sentía muy fuerte. Y si deliberadamente hubiera reducido la velocidad en el esprint, nunca habría terminado sexto. Rik perdió porque estaba exhausto. Lo vi cuando pasó a mi lado, iba demasiado lento. Por eso cambio tanto de dirección.” 

     

       El periodista y biógrafo de Rik Van Looy, Roger De Maertelaere explica lo que significaba Rik Van Looy para la afición belga de los años 50 y 60: “Ser partidario del Emperador era algo más que disfrutar de sus buenos resultados. Era, por así decirlo, una cuestión de fe, una religión. Ser creyente hasta el final. Cuando, como seguidor de Rik, miras hacia atrás en su carrera, ves que ha habido muchos momentos de placer y orgullo, pero también hay algunos días desastrosos que todavía arden como úlceras estomacales. El recuerdo más miserable que permanece en el corazón de todos los fervientes incondicionales de Van Looy es, por supuesto, el domingo 11 de agosto de 1963.”

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