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PRINCIPALES VICTORIAS

  • Vuelta a Cataluña: 1971
  • Vuelta al País Vasco: 1971, 1973
  • Dauphiné Libéré: 1970, 1972, 1973
  • Tour de Francia: 1973 - 9 etapas
  • Vuelta a España: 1970 - 6 etapas
  • Gran Premio de las Naciones: 1971

LUIS OCAÑA (1945-1994)

  •  

    Orcières-Merlette, 8 de julio de 1971

     

       “Acabo de sufrir la más formidable derrota de toda mi carrera. Luis Ocaña me ha matado como El Cordobés mata a sus toros en la arena. Ha atacado desde el primer puerto de la jornada y yo no he podido replicarle. He dormido mal en Grenoble y no estaba a gusto. Cuando ha empezado a haber movimiento en cabeza de carrera yo estaba, y es muy raro, en cola de pelotón con Van Springel. Le he dicho a Herman que la cosa empezaba a ponerse mal y que había que pasar adelante, pero no me ha seguido. En la cima del Laffrey llevaba dos minutos de retraso. Todos los mejores estaban delante y yo sólo tenía a dos compañeros a mi lado, Huysmans y Wagtmans. El Tour peligraba para mí. No he querido bajar los brazos; he querido salvar mi Tour de Francia.

     

       Durante ciento diez kilómetros he luchado al límite de mis fuerzas en cabeza de pelotón, sin que nadie me diese un relevo. Bajo un sol de fuego, solo contra todos, he dado el máximo. Hemos alcanzado primeramente a Petterson y a Guimard; luego a Zoetemelk y a Agostinho; no hemos podido alcanzar a Van Impe. Tenía a cuarenta corredores en mi rueda, luego a treinta, luego a veinte, luego a diez. Al pie del Noyer yo estaba fundido y creía que no iba a poder continuar. Nadie pasaba en cabeza: ni Thévenet, ni Guimard, ni Petterson, ni Zoetemelk, a pesar de que ellos estaban interesados en colaborar. Estaban felices dejándome explotar. De todas formas no sé si serían capaces de aguantar cien metros en cabeza. Yo he aguantado ciento diez kilómetros. Se trataba de perder con dignidad. En el esprint no le he dado a nadie la ocasión de adelantarme, no quería que ningún aprovechado me birlase la tercera plaza. Cuando he cruzado la línea de meta he tenido el sentimiento de que había hecho bien mi trabajo. ¡Pero el extraordinario Ocaña me ha sacado cerca de nueve minutos! Por primera vez he sufrido la ley de un corredor más fuerte que yo y he comprendido la angustia del derrotado.

     

       Creo que todo está acabado. Ocaña domina desde hace tres días. Su estado es muy superior al mío. Sin embargo, yo tengo una salud excelente: mi peso es el ideal, recupero perfectamente. Pero preferiría estar enfermo e ir en cabeza. No sé qué me pasa, pero soy incapaz de atacar. En el largo calvario hasta Orcières había corredores que en otras circunstancias habría descolgado con un simple demarraje, pero esta vez me han acompañado hasta la meta. Esta derrota debe alegrar a mucha gente, sobre todo a aquellos que desde hace cinco años se quejan de que no hago ningún regalo."

     

     

     

    Marsella, 10 de julio de 1971

     

       "No sé si por los mil telegramas recibidos o por las sonrisas sarcásticas que adivino en todos aquellos que disfrutan con mi derrota, pero esta mañana he sentido un vigor revanchista. Hemos salido desde la cima de Merlette y hemos pensado en un plan de guerra: Wagtmans, que es tan feliz como pez en el agua cuando se trata de achuchar en los descensos, debía atacar desde la salida y yo le seguiría. Dicho y hecho. Cinco kilómetros más abajo diez corredores teníamos treinta segundos de ventaja. A mi lado, Wagtmans y Huysmans… Ocaña se esperaba un ataque mío, ¡pero no este! Durante 250 kilómetros nos hemos batido como leones, para poca cosa, a decir verdad. El balance final de esta gigantesca operación es finalmente ridículo: pelear como un loco para reducir dos minutos y diez segundos no entra dentro de lo razonable.

     

       Pero al menos tengo la satisfacción de constatar que la forma vuelve, y que las opciones de victoria subsisten. Voy a acosar a Ocaña. Será él o yo, uno de los dos va a reventar."

     

     

     

    Luchon, 12 de julio de 1971

     

       "La jornada decisiva debe ser la del próximo miércoles, con las ascensiones a Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque. Pero antes estoy obligado a llevar a Ocaña al fondo de sus reservas. Mi forma va mejorando y eso me permite tomar algunos riesgos. Mis compañeros de equipo deberían filtrarse en los ataques que se produzcan antes de llegar a la montaña, así podría apoyarme en ellos. Swerts y Van Springel han respetado la consigna. He atacado desde las primeras pendientes del Portet d’ASpet, pero era muy tendido y no he insistido. El hostigamiento ha recomenzado desde el inicio del col de Menté. He demarrado una y otra vez, cada vez más fuerte, pero Ocaña me ha alcanzado siempre; sin embargo su respuesta no ha sido tan ágil y, sobre todo, me he dado cuenta de que todavía no ha podido alimentarse. ¿Estará cerca del punto de ruptura?

     

       He pasado en cabeza por la cima de Menté, muy por detrás de Fuente, que había atacado desde la salida. He forzado en el descenso… En mi rueda estaba Ocaña, y un poco más lejos, Guimard, Van Impe y Zoetemelk. Petterson marchaba a la deriva. El drama del Tour estaba a punto de desencadenarse.

     

       La tormenta que se anunciaba desde el fin de la ascensión ha estallado brutalmente. Estábamos en mitad de un diluvio, una lluvia torrencial y enormes bolas de granizo nos golpeaban la espalda. La montaña ha retumbado, como si fuese a triturarnos. Ha sido un espectáculo alucinante. Casi no se veía nada. En ese torrente de lluvia y deslizamientos de tierra los frenos apenas responden. He seguido apretando en cabeza, Ocaña me seguía a veinte metros. He patinado, he derrapado en una curva y mi bicicleta ha tocado una piedra. Ocaña también ha patinado y se ha caído, pero se ha levantado rápidamente. Pero ha pinchado y ha esperado al coche de su director para cambiar la rueda. Yo he salido tan pronto como he colocado la cadena en su sitio. No he visto nada de lo que ha pasado detrás de mí. Zoetemelk llegaba por detrás y no ha podido evitar a Ocaña y le ha impactado frontalmente. Otros corredores han golpeado al pobre Luis, que ha sido incapaz de volver a la carretera. Yo he caído dos veces. Apretaba los frenos, para nada. Era un infierno, maldito trabajo. Aquellos que han vivido ese cuarto de hora dantesco en el descenso de Menté no lo olvidarán jamás, éramos los juguetes de una monstruosa furia.

     

       Esos quince minutos le han costado muy caros a Ocaña. Y al Tour. Y a mí también porque, pase lo que pase, la duda planeará sobre mi victoria. En Luchon he rehusado ponerme el maillot amarillo. Estoy muy abrumado y me gustaría abandonar, pero sé que no tengo ese derecho, me debo a mi equipo y a mis compañeros. Si Ocaña hubiera tenido algo grave, yo hubiera insistido en abandonar la carrera, pero esta misma tarde he sabido que no tenía nada serio. De todas formas, no llevaré el maillot amarillo mañana, en homenaje a Ocaña.

     

       Es difícil para mí, dadas las circunstancias, poder afirmar que yo iba a batir al español. Pero antes del accidente yo tenía la firme convicción de que lo iba a conseguir. He visto que Ocaña comenzaba a responder menos rápidamente y menos secamente a mis demarrajes. Tampoco yo era el mismo corredor que cuatro días antes. Iba a forzar en el descenso de Menté porque tenía la certeza de que Ocaña estaba sufriendo. Y después quedaba el Portillon, y después la etapa de los cuatro puertos, más tres etapas llanas antes de la crono del último día. Todo era posible y siento que podía conseguirlo, pero esa posible hazaña me ha sido negada y jamás podré demostrar que era capaz de lograrla. Y mucha gente podrá pensar lo contrario.”

     

     

  • Burdeos, 15 de julio de 1971

     

       "Aquellos que dicen que el Merckx de la etapa de los cuatro puertos no hubiera recortado tiempo a Ocaña tergiversan los hechos. Después del abandono de Luis, he sufrido un shock anímico. Toda esa voluntad feroz que había empezado a liberar no la he vuelto a sentir desde Luchon. No se pelea contra Zoetemelk o Van Impe de la misma manera que contra Ocaña."

     

       Mes carnets de route  (Eddy Merckx, 1971)

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