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PRINCIPALES VICTORIAS

  • París-Roubaix: 1905
  • Burdeos-París: 1908
  • Tour de Francia: 1905 - 12 etapas

LOUIS TROUSSELIER (1881-1939)

  •    18 horas y 30 minutos. 22 ciclistas se disponen a engullir los 575 kilómetros que separan Burdeos de París. La salida desde Quatre Pavillons es frenética y ocho ciclistas pierden terreno prácticamente desde los primeros compases de la prueba. Tras una hora de carrera, el joven François Faber pincha a la altura de Arveyres, y aunque recibe rápidamente una bicicleta de recambio, Trousselier, Passerieu, Georget y compañía no reducen su velocidad. Faber consigue enlazar algunos kilómetros más tarde.

     

       “No se puede tener más que una idea imprecisa -dice Trousselier- del esfuerzo que hay que desarrollar en una prueba como la Burdeos-París. Un esfuerzo aplastante continuado, que das sabiendo perfectamente que no podrás contar con ningún momento de calma. Tal esfuerzo físico, desplegado bajo el yugo de una tensión nerviosa perpetua, llega a ser extremadamente duro. Desde el momento en que das tus primeras pedaladas, en una salida siempre muy rápida, debes avanzar con la idea fija de que no encontrarás un instante de descanso hasta que cruces la línea de meta en París.”

     

       Tras dos horas de carrera, ya de noche, Léon Georget, hermano de Emile, pincha. Se vuela y Léon necesita de veinte kilómetros a todo tren para enlazar con el grupo, compuesto por otros trece hombres: "Trou-Trou" Trousselier, Lucien Petit-Breton, Georges Passerieu, Emile Georget, Cyrille Van Hauwaert, Augustin Ringeval, Henri Cornet, Jean-Baptiste Dortignacq, François Faber, Georges Lorgeou, Pierre Gonzague Privat, François Lafourcade y Sigmar Rettich.

     

       Cornet y Ringeval son víctimas de enganchones fortuitos… Lorgeou tiene una grave caída, pero puede continuar…. Faber sale despedido por encima de la bicicleta en un descenso, cerca de Pétignac, hacia el kilómetro 100,  pero se levanta sin demasiados problemas. Repite peripecia y voltereta en el kilómetro 145, llegando a Mansle. Faber, acompañado de Privat, que se había descolgado en Angoulême tras estamparse contra una motocicleta, logra alcanzar poco después a Cornet y Dortignacq. La medianoche es traspasada a gran velocidad.

     

       “Puede que mi opinión no sea compartida por otros ciclistas, pero no tengo ninguna duda en sostener que la Burdeos-París con liebres es la carrera más dura. Además, estimo que esa fórmula es la auténtica, porque permite al ciclista dar su medida real. No hay un minuto de respiro. No se está a la merced de una rotura de bicicleta, del pinchazo de un neumático, y de los incidentes en carretera no se saca ningún descanso. Las bicicletas de repuesto están dispuestas para cualquier eventualidad, los relevos establecidos por las liebres descansadas que reemplazan a las fatigadas te llevan a toda velocidad, no importa si el cansancio se puede apoderar de ti. Hay que seguir. Con este sistema, correr la Burdeos-París pone realmente en relieve el valor intrínseco de cada individuo.”

  •    Llegando a Couhé-Vérac, cerca del  kilómetro 200, Cornet vuelve a caer, y Dortignacq y Faber no pueden esquivarlo. Dortignacq, que no puede levantarse, debe abandonar y es subido a bordo de un coche, donde se encuentra con Rettich, que había abandonado poco antes a causa de calambres en el estómago...

     

       Cornet es el más rápido en iniciar la persecución, volviendo a contactar con Ringeval. Faber, por detrás, tampoco pierde la esperanza de reengancharse al grupo cabecero.

     

       “No hay lugar para el engaño, no hay fraude posible. Cada relevo de tus compañeros te arranca un puñado de fuerzas, y es necesario, cueste lo que cueste, volver a encontrarlas en tu interior. Y cuando más se necesita un momento de sosiego, más duramente necesitas solicitar esa energía.”

     

       1 hora y 43 minutos. Poitiers. Kilómetro 235. La multitud aclama al pelotón de cabeza compuesto por Emile y Léon Georget, Van Hauwaert, Trousselier, Passerieu y Petit-Breton. Cornet y Ringeval pasan a sólo un minuto de la cabeza. Faber está ya a siete minutos, acompañado de Privat.

     

       2 horas y 42 minutos. Chatellerault. Kilómetro 268. Sin cambios en el grupo cabecero. El clima es excelente, lo que permite a los ciclistas alcanzar grandes velocidades y llegar a los puntos de control con mucho adelante sobre el tiempo previsto. Ringeval, a 5 minutos, se ha adelantado a Cornet, que pierde 10 minutos. Faber, acompañado todavía por Privat, doce.

     

       3 horas y 46 minutos. Sainte-Maure-de-Touraine. Kilómetro 304. Ringeval se ha unido al pelotón de cabeza. Faber, vuelve a caer poco antes de llegar a Tours, a causa de un encontronazo con una de sus liebres. Necesita de ayuda médica y es tratado y vendado en una farmacia de Montbazon. Cornet empieza a darse por vencido.

     

       “El esfuerzo físico exigido no sólo no conlleva un momento de tregua, sino que tampoco te puedes permitir el más mínimo hundimiento, bajo la exigencia incesante de las liebres y bajo el imperio de la preocupación que no te abandona ni un solo instante…”

     

       4 horas y 45 minutos. Tours. Kilómetro 339. Petit-Breton, herido, llega con su bicicleta en muy mal estado. Pierde tres minutos en el control, no quiere salir hasta disponer de otra bicicleta. El control de Tours es diferente al del resto de ciudades: en lugar de estar en el centro de la ciudad está situado en las afueras, casi en medio del campo. Esa situación no impide que el público se traslade en masa hasta ese punto.

     

       5 horas y 30 minutos. Amboise. Kilómetro 365. Trousselier y Van Hauwaert, ya destacados, encabezan la prueba. Faber, con grandes dolores a causa de las heridas sufridas, abandona. Petit-Breton, en circunstancias similares, también.

     

       “A orillas del Loira algunos corredores estaban al límite de sus fuerzas, con la voluntad quebrada, incapaces de hacer 10 kilómetros más, sin esperanza de retorno. Sólo quedábamos dos hombres en el pelotón (?) de cabeza, y ni siquiera llegamos juntos, sino con un pequeño intervalo entre uno y otro.”

     

       6 horas y 28 minutos. Blois. Kilómetro 400. Trousselier y Van Hauwaert siguen encabezando la carrera.

     

       “A la salida de Blois, Van Hauwaert me pidió bajar un segundo para hacer lo que nadie puede hacer por ti. Acepté, siempre que no fuese mucho tiempo, sólo teníamos cuatro minutos de ventaja. Bajamos de nuestras bicicletas, y al cabo de dos minutos el belga no había obtenido ningún resultado. Hasta la vista, amigo. No ha vuelto a verme.”

     

       8 horas y 18 minutos. Orleans. Kilómetro 457. Trousselier,  ahora en solitario, marcha en primera posición. Van Hauwaert pasa a 5 minutos.  Passerieu, a 7. Emile Georget, a 9. Ringeval, a 21. Léon Georget, a 34. Privat, a 44. Cornet, a 47.

     

       “¿Estoy en cabeza? No lo sabes con seguridad, tus acompañantes no se relajan a causa de ello, y no te dejan respirar en ningún momento, ya que no pueden permitirlo por temor a que su hombre sea alcanzado. ¿O cuántos hombres hay delante? ¿Uno o varios concurrentes? Tus camaradas sólo tienen una preocupación: atraparlos. Entonces, todavía frescos, dan todo lo que tienen dentro y tú estás obligado a hacer lo mismo. En cabeza o no, hay que empujar, empujar siempre, empujar todavía más.”

     

       10 horas y 45 minutos. Dourdan. Kilómetro 533. Sin cambios. Cornet, muy lejos de la cabeza y sin ninguna opción de obtener una buena clasificación, abandona.

     

       “En una prueba así, cuando llega el desfallecimiento, si no puedes remontarlo, todo está acabado, tu suerte está irremediablemente comprometida. Cuando llegas a tu límite, habiendo agotado todos tus recursos físicos, cuando tu energía está arruinada, entonces caes, te desplomas sobre un lado de la carretera y ya no vuelves a levantarte. O te levantas cuando ya es demasiado tarde y ya no te queda nada que hacer.”

     

       12 horas y 15 minutos. Ville-d-Avray. Kilómetro 575. Trousselier llega como vencedor a París, tras estar sobre la bicicleta 17 horas y 45 minutos, a una media de algo más de 32 kilómetros por hora, con casi dos horas de adelanto sobre la más optimista de las previsiones. M. Gentil, director del equipo Alcyon, y Calais, mánager jefe del equipo, se precipitan sobre Trou-Trou para felicitarle. Ovacionado, Trousselier tiene dificultades para, entre una gran multitud, conseguir recoger su ficha de control y dirigirse hacia el Parque de los Príncipes. Tras pasar el “Winning Post”, se dirige a la gran pista de Auteuil, donde se ducha, recibe un masaje y, se dispone a dar las dos vueltas reglamentarias a la pista a las 13 horas y 30 minutos. Volverá a ponerse su vestimenta ciclista hacia las 16 horas para una nueva vuelta de honor ante una gran legión de admiradores. Van Hauwaert y Emile Georget deben disputarse la segunda plaza en el velódromo, donde se impone el belga por media bicicleta. Se tramita una reclamación contra Van Hauwaert, acusado de haber cambiado de desarrollo unos minutos antes de entrar en la pista.

     

       “Estoy orgulloso y feliz de haber conseguido esta victoria cuando mi prestigio en el mundo del deporte comenzaba a decaer. Sin embargo, desde hace dos meses tenía mi plan: el objetivo era la Burdeos-París. Mis amigos estaban sorprendidos de no verme ni en el café ni en el velódromo.  Tengo el sentimiento de haberme presentado en la salida en mi mejor condición. Si no mediaba ningún accidente, no debería quedar descolgado, pero dejar a los demás, tan fuertes y tan bien cuidados como yo mismo, eso es otro asunto. Tenía que actuar con picardía… Me muevo bien entre las multitudes, así que debía intentar dejar a mis adversarios en los puntos de control. Salí primero de Angoulême, de Poitiers, de Châtellerault… Cuando por detrás se reagrupaban, todos me perseguían en la noche. ¿Dónde está el maldito Trousselier?”

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