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PRINCIPALES VICTORIAS

  • Milán-San Remo: 1912
  • París-Roubaix: 1919, 1921
  • Burdeos-París: 1919
  • París-Bruselas: 1920
  • Tour de Francia: 1923 - 10 etapas
  • Giro de Lombardía: 1911, 1913, 1920
  • París-Tours: 1922

HENRI PÉLISSIER (1889-1935)

  •    Henri Pélissier, el mejor ciclista que Francia había conocido hasta el momento de su muerte, con un palmarés impresionante logrado a partir de 1911, se retira en 1928: “Ahora soy sedentario. ¡Y para bien! En 20 años hubiera dado más de diez veces la vuelta al mundo si hubiera pedaleado siempre hacia adelante. Los kilómetros que he recorrido, entrenando, en carrera o en pista, son un total de 430.000. Pero este recorrido sólo tiene una relación muy lejana con el turismo, a pesar de los espléndidos paisajes que he podido contemplar. Desgracias, caídas contra el suelo, momentos bellos también, donde las aclamaciones del público en las vueltas de honor devolvieron un poco de vigor a mis rodillas maltrechas, con ramilletes de flores hoy ya marchitados. ¡20 años pasan rápido! Pero he logrado mantenerme mucho tiempo como corredor ciclista, siendo un oficio que desgasta a los hombres, como el asfalto desgasta los neumáticos. Así que me he ganado el derecho a descansar, ¿verdad?”

     

       Cinco años después, Henri vive en una aldea situada unos 120 km al sur de París, Foucherolles, con su esposa e hija. Su esposa, Léonie “Nini” Pélissier, con quien se había casado en 1915, se suicida en 1933 con un disparo en la cabeza, por causas indeterminadas. Poco después Henri conoce en Cannes a Camille “Miette” Tharault, nacida en Anvers en 1911. Ella se encuentra de viaje turístico con su amante, un amigo de Pélissier. Miette le abandona para trasladarse a París. Una vez allí se pone contacto con Henri Pélissier, con el que inicia un idilio que finaliza con su traslado a la casa de Foucherolles pocos días después. Miette tiene todo lo que necesita a nivel material, pero las fuertes discusiones entre ambos comienzan a sucederse en no mucho tiempo. Camille comienza a sentirse sola y solicita a Henri que su hermana Jeanne, de 19 años, viva con ellos, a lo que Henri accede. Jeanne se instala también en la casa, y pronto comienza a ser cortejada por los jóvenes de la zona. Henri cree que Jeanne no es una buena influencia para su hija Janine, nacida en 1917, y la situación empeora todavía más, siendo habitual ver a Henri encolerizado… Furia que se acentúa por el excesivo consumo de alcohol por parte del excampeón francés.

     

       El 1 de mayo de 1935 Henri invita a cenar a su casa a Monsieur Hirou, odontólogo parisino, y a su esposa. Ambos tienen un bebé e inician una pequeña discusión en el comedor de la casa sobre la vestimenta de este. Jeanne Tharault interviene en esa discusión, algo que no agrada en absoluto a Henri, que le dice que se vaya de la estancia. La joven se marcha a regañadientes, farfullando alguna protesta, algo que tampoco encaja bien Henri. Según declarará Miette posteriormente, “Henri había bebido mucho ese día. Henri siguió a mi hermana a la cocina y le golpeó con un cucharón. Yo intenté defender a mi hermana pero Henri me llevó con brutalidad a la habitación, donde comenzó a darme puñetazos y patadas en el vientre, a pesar de que yo había sido operada de apendicitis recientemente. Henri cogió su revólver y me amenazó, algo que hacía habitualmente. Yo quedé aturdida en la cama por los golpes. Cuando me recobré escuché gritar a mi hermana, me levanté y vi a Henri amenazándole con un cuchillo. Cogí el revólver que Henri había dejado en una mesilla y le disparé, sin saber qué hacía. No quería matarle, Henri era muy bueno. Siempre me pedía perdón tras una discusión, y yo siempre pensaba que esa sería la última vez.”

     

       Miette fue a refugiarse a casa de Charles Lacquehay, antiguo campeón del mundo de medio fondo y vecino que vivía con su esposa. Poco después llegó la Gendarmerie. Nadie en Foucherolles se extrañó con lo sucedido.

     

       Camille Tharault fue juzgada un año más tarde en el Palacio de Justicia de Versalles, con el señor Peyre, consejero de la Corte del Tribunal de Apelación de París, como Presidente. La autopsia de Pélissier reveló que ese día había bebido alrededor de tres litros de vino. La bala le atravesó pulmones y esófago, para terminar alojándose en el omoplato derecho, provocando una hemorragia que provocó la muerte de Pélissier casi instantáneamente. Camille fue tratada en el hospital de Rambouillet, y el parte médico apreció hematomas en ojo derecho y desgarros en el cuero cabelludo, contusiones en brazos y piernas, pruebas de haber sido golpeada despiadadamente.

     

       Durante el juicio declararon varias personas. A la pregunta del señor Peyre sobre si Henri Pélissier había propuesto a Jeanne ser su amante, Camille respondió que “Jeanne me dijo que sí tiempo después”.

     

       El señor Hirou declaró que sí vio a Henri golpear a Jeanne, pero no vio que tuviese un cuchillo en la mano. Cuando llegó y vio la escena dijo: “¡Henri, estás loco!” Dice que intentó detener a Camille, pero que cuando cogió su mano ella ya había disparado, pudiendo únicamente desviar los tres disparos posteriores, uno de los cuales pasó silbando cerca de su oreja. También dijo que, contrariamente a lo que se había dicho, él no era amigo de Henri Pélissier, y que este era sólo un cliente suyo.

     

       La declaración de Janine Pélissier no aclaró nada. También declaró el hermano de Henri, Francis, diciendo que su hermano, a pesar de su violencia verbal, era incapaz de hacerle mal a nadie, y que no cree en la escena tal y como es contada por Camille. Cree que Camille actuó así por rencor, ya que Henri no quería casarse con ella. La esposa de Francis dijo prácticamente lo mismo.

     

       El abogado defensor, el señor Lhermitte, pide piedad para Camille, argumentando que había actuado así bajo la tensión de un momento de pánico, creyendo a su hermana en grave peligro. La Corte parisina inflige a Camille Tharault una pena de un año de prisión con indulto.

  •    27 de junio de 1924. Entrevista a Henri Pélissier en el diario Le Petit Parisien, tras abandonar el Tour de Francia: “No somos perros. Esta mañana un comisario se acerca y, sin decirme nada, levanta mi maillot. Quería asegurarse que yo no tenía dos maillots. No me gustan esas maneras, eso es todo. Podría tener quince maillots, pero no tengo el derecho de salir con dos y llegar con uno. Es el reglamento. No es solo correr como brutos, también congelarte o asfixiarte. Al parecer es parte del deporte. Ustedes no tienen ni idea de lo que es el Tour de Francia. Es un calvario. El Via Crucis tuvo catorce estaciones, pero el nuestro tiene quince. Sufrimos desde la salida hasta la llegada. ¿Quiere saber cómo andamos?” Henri saca un vial de su bolsa. “Esto es cocaína para los ojos, esto cloroformo para las encías.”

       Maurice Ville y Francis Pélissier también se han retirado. Los tres están en el Café de la Gare de Coutances. Ville vacía también su morral: “Esto es un ungüento para calentar mis rodillas”

       “¿Y las pastillas? ¿Quiere ver las pastillas? Mire, aquí están las pastillas.”  Cada uno saca una caja de pastillas.

       Francis dice: “La dinamita nos hace avanzar.”

       Henri continúa: “La diarrea nos deja vacíos. Por la noche no podemos dormir, bailamos la giga. Nuestros cordones de cuero curtido no aguantan, se rompen, imagine nuestra piel. Cuando bajamos de la bicicleta nada se sostiene en nuestro cuerpo.”

       Francis: “Nuestra carne no se sujeta a nuestro esqueleto.”

       Henri: Las uñas de los pies… Yo he perdido seis de las diez, caen poco a poco cada etapa.”

       Francis: “Pero renacen para el año siguiente.”

       Henri: “Y esto no es lo peor. Espere a los Pirineos. Lo aguantamos, pero lo que no obligaríamos hacer a las mulas, lo hacemos nosotros. No somos unos vagos, pero, en nombre de Dios, no nos bestialicen. Aceptamos el tormento, pero no queremos ser vejados. ¡Mi nombre es Pélissier, no Azor! Si salgo con hojas de periódico en el estómago y no llego con ellas, me penalizan. Si morimos de sed, nosotros debemos bombear el agua, sin nadie más en 50 metros. En caso contrario, penalización. Llegará un día en el que nos meterán plomo en nuestros bolsillos, porque se descubrirá que Dios ha hecho al hombre demasiado ligero.  Si seguimos así sólo pareceremos vagabundos. El deporte se está volviendo loco.”

     

       1923. Henri Pélissier gana el Tour de Francia: “Siempre había gente que me esperaba fuera. Para verme, fanáticos montaban la facción en la calle y no querían haber esperado para nada. Engullido por un torbellino de gente, tenía que pelear para salir, porque esa gente no comprendía, no podía admitir que una carrera de 5000 km entre montes y valles no es normal. Cada apretón de manos, cada toque en la espalda, cada empujón amistoso, te arranca una mueca de dolor. Yo me contentaría con unos aplausos a distancia, no me gusta esa manera brutal de testimoniar el entusiasmo. Y no soy el único, muchos camaradas opinan lo mismo, pero hay que pasar por eso para comprenderlo. El público debería contentarse con gritar, y si eso le hace disfrutar, echarnos flores.

     

       Hay momentos cómicos en la existencia. Yo, que siempre había soñado con la victoria en el Tour, la encontraba menos bella cuando me pertenecía. No podía hacerme olvidar los dolores físicos soportados durante todo un mes, durante este Tour de Soufrance (Tour de Sufrimiento), como dijo André Reuze. Se hace muy largo, un mes en esas condiciones. Parece que no termina nunca. Rodamos quince días, tres semanas, y parece que tomamos la salida hace el triple de tiempo.

     

       He ganado el Tour para mi satisfacción personal, cierto, pero mucho más para demostrar a mis detractores de lo que soy capaz cuando pongo encima toda mi voluntad. Una sola demostración me ha bastado. Yo sé demasiado bien el esfuerzo que representa la victoria en el Tour como para desear ganar otra vez la misma prueba.”

     

       1913. Giro de Lombardía. Henri Pélissier sufre traumatismo auditivo y abdominal, que requiere intervención quirúrgica y tres meses de recuperación. “Me caí a 2 kilómetros de la llegada. Con un retraso considerable, yo creí que ya no había posibilidades de victoria. La llegada era en Milán, en un hipódromo de 800 metros al que había que dar dos vueltas. Y ahí el pelotón de cabeza se duerme, inexplicablemente. Les alcanzo a 400 metros de meta y les ataco. Sorprendidos, no pueden responder y gano con 25 metros de distancia. Girardengo, vejado por perder de una manera totalmente reglamentaria, me acusa de hacerle caer. Se produjo uno de los más violentos y desagradables incidentes que se hayan producido en el mundo ciclista. Desde ese día sé lo que puede ser la furia de una masa enloquecida que ha perdido todo el control. Injuriado, golpeado violentamente, me refugié en la cabina del juez de llegada, que estaba a 2’5 metros del suelo. La multitud intentó quemar la cabina. Si mi refugio no llega a estar construido con hierro, yo hubiera ardido en la hoguera como Juana de Arco. Tuvieron que venir 80 carabinieris para sofocar aquello y yo tuve que camuflarme para bajar a un coche y poder desaparecer. Girardengo, tiempo después, se excusó conmigo, lamentando el giro de los acontecimientos, diciendo que él sólo quería elevar una protesta correctamente.”

     

       1904. “Tuve mi primera bicicleta. Era una Labor, una auténtica joya. La escondía en casa de un amigo electricista, tenía que engañar a mi padre que se mantenía alerta. En 1905 disputé tres carreras. Iba a correr con Eugène Jenin y con mi hermano Jean. Eugène Jenin se cayó una vez, y llegó a su casa lleno de arañazos y heridas. El tendero se lo dijo al carnicero, y el carnicero se lo dijo al lechero, y mi padre supo que yo estaba implicado en esa desgraciada expedición. Maldiciones y golpes me caían de todos lados. Mi pobre madre en mitad de todo no podía calmar a este exaltado. Cuando se enteró de que yo había comprado una bicicleta tuve que ir a buscarla y  mi padre, en el paroxismo de su furia, terminó por pisotearla. No debería haberlo hecho. Los golpes hacia mi persona, eso podía pasar, somos impulsivos y coléricos en la familia. Pero eso no…”

     

       1902. “Yo no quería estudiar y no quería ser lechero como mi padre. Yo quería ser corredor ciclista y campeón.”

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