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PRINCIPALES VICTORIAS

  • París-Roubaix: 1928
  • Tour de Francia: 1930, 1932 - 25 etapas
  • París-Tours: 1931

ANDRÉ LEDUCQ (1904-1980)

  •    2 de julio de 1930. Tour de Francia. Henri Desgrange consigue que la carrera se dispute por primera vez entre equipos nacionales. Además de los equipos de Bélgica, Italia, España, Alemania y Francia, sesenta independientes formarán parte del pelotón que recorrerá Francia durante 21 etapas.

     

       También por primera vez una camioneta con bicicletas y accesorios de recambio formará parte de la caravana. Durante las cinco etapas de montaña y en la última etapa entre Malo y Paris, todos los participantes tomarán juntos la salida. En el resto de etapas sólo podrán hacerlo aquellos que hayan realizado la víspera una media superior a 30 kilómetros por hora. En caso contrario, las salidas serán separadas. Una bonificación de 3 minutos será concedida ­­­­a todo aquel que consiga vencer en una etapa con más de cinco minutos de ventaja sobre el segundo.

     

       Alfredo Binda, debutante, Victor Fontan, de 38 años y predilecto de la prensa francesa, y Jef Demuysère, que pudo ganar la edición anterior, son los favoritos. Benoît Faure, gran escalador, es el independiente más reputado. “Creo que serán los Pirineos -dice Fontan- los que decidirán la suerte de la carrera. Creo tener opciones, pero no me hago ilusiones. Pude ver al italiano Binda en el Giro de Italia de 1928. Es un escalador extraordinario, nervioso, incisivo, rápido. Pero los puertos italianos son sensiblemente menos duros que los franceses, y es posible que Binda esté un poco desorientado. Demuysère también será un rival a tener en cuenta, sobre todo si hace mal tiempo. Además de ellos no hay que olvidar a Pancera, segundo el año pasado, o a Cardona, cuarto. Vicente Trueba, a pesar de su 1m 50 de estatura y sus 47 kg de peso, si no llega muy fatigado a Pau puede tener algo que decir. Sin duda ganará el mejor.”

     

       Tras las primeras etapas el debutante Learco Guerra encabeza la clasificación general, rodando siempre bien colocado en las primeras posiciones del pelotón. Leducq tiene un plan: “No es nada genial… Reservar fuerzas hasta los Pirineos, evitar esfuerzos inútiles, sacrificar victorias de etapa y no meterme en llegadas complicadas en las que sólo se puede ganar una buena caída. Es el mismo plan que tienen la mayoría de corredores.”

     

       "En la cuarta etapa, -dice Leducq- entre Brest y Vannes, Binda se acerca y me pregunta sin preámbulos al pasar por un pueblo si yo conocía el horario de trenes. Yo pensaba que bromeaba. Yo creo que él me consideraba como un confidente. Binda tenía un gran sentido del humor, pero nunca sabías si hablaba en serio o bromeaba. Contrariamente a lo que yo podía suponer, Alfredo hablaba en serio. Me dijo que estaba obligado a abandonar, no por cansancio, sino porque era necesario. Estaría como mucho algunos días más. Me dijo sus razones, que no puedo expresar con precisión porque esa confidencia tenía vagamente un carácter secreto… Todo lo que puedo decir es que Binda obedecía órdenes superiores y que, si para algunos el Tour de Francia es algo importante, para otros el campeonato de Italia lo es más. Desde entonces, los días siguientes, cada vez que le veía yo le decía: ¡Vaya, todavía estás aquí!”

     

       En la sexta etapa Binda reclama que Charles Pélissier le ha agarrado del maillot impidiéndole disputar el sprint en condiciones. Los comisarios consideran fundada le reclamación y retiran la victoria a Pélissier. En la siguiente etapa Binda, cosa nada habitual en él, rueda en cola de pelotón, donde se produce una caída que afecta a una decena de corredores. Binda es uno de los afectados. Se levanta dolorido y tras recorrer algunos kilómetros se baja de la bicicleta y se echa en el suelo entre gemidos. Sufre de fuertes dolores en la cara interna del muslo derecho. Vuelve a subir a la bicicleta entre sollozos... Grupos de independientes que le van absorbiendo ­­­­­­­le animan, y Binda consigue llegar a meta, pero pierde más de una hora y diez minutos. Los rumores sobre su abandono surgen de manera inmediata, pero Binda gana las dos siguientes etapas. La primera al sprint en Pau, y la segunda tras llegar escapado a Luchon con Pierre Magne y André Leducq, tras subir Aubisque y Tourmalet. Benoît Faure sube destacado ambos colosos pirenaicos, coronando el Tourmalet con cinco minutos de ventaja sobre Binda, que es seguido de cerca por Leducq: “Hice los dos kilómetros de subida hasta Barèges con un 43x22. Al firmar la hoja de control sólo había un nombre en la hoja, el de Benoît Faure. Tras Barèges volví a pararme y puse un 43x24. Subía a ritmo, acelerando progresivamente. Prudentemente ralenticé un poco, pero tuve un error porque, dos kilómetros antes de llegar a la cima, me alcanzó mi amigo Binda. ¡Vaya, todavía estás aquí! Binda esprintó en la cima como un poseso para llevarse los 2.000 francos de prima. Yo lo había olvidado. Tras tres kilómetros de descenso sufrí un pinchazo. Vi pasar el maillot tricolor de Pierre Magne. Tras una rápida reparación atrapé a Pierre, y al final del descenso nos unimos a Binda.” Los dos franceses se van relevando en la planicie de Montréjeau, con Binda a su rueda. Learco Guerra, por detrás, intenta no perder el maillot amarillo. Benoît Faure es atrapado a 15 kilómetros de meta, víctima de un gran desfallecimiento. Leducq es el nuevo líder, con más de cinco minutos de ventaja sobre Antonin Magne y más de diez sobre Guerra. Fontan, padeciendo un forúnculo, debe abandonar. “Pobre viejo Fontan. No puedo expresar -dice Leducq- la pena que yo sentía al ver su rostro demacrado, más duro y cerrado de lo habitual. Las gotas de sudor resbalaban por su frente marcada por gruesas venas… De sus mandíbulas ferozmente cerradas no salía una palabra, y, sobre todo, sus ojos estaban llenos de angustia.”

     

       La siguiente etapa pirenaica se disputa entre Luchon y Perpignan. El Portet-D’Aspet, el col de Port, el Puymaurens y el col de la Perche son las principales dificultades de un recorrido de 322 kilómetros. Tras los primeros 56 kilómetros de etapa, cuatro hombres encabezan la carrera en el Portet D’Aspet: Alfredo Binda, Benoît Faure, Lucien Buysse y Learco Guerra. Antes de llegar a la cima son alcanzados por los dos hermanos Magne, Antonin y Pierre. A minuto y medio llegan Leducq, Pélissier, Bonduel, De Lannoy… Tras el descenso dieciséis hombres se reagrupan, pero Binda pierde contacto por problemas en su sillín. Tras repararlo, se reintegra al grupo sin dificultad, la velocidad no es alta. 60 hombres llegan juntos a la base del col de Port. Demuysère pone un ritmo infernal que deja el grupo reducido a diez hombres, entre los que se encuentran nuevamente Faure, Pélissier, Leducq, Vicente Trueba, Guerra, Binda… En el descenso Binda vuelve a tener problemas con el sillín y vuelve a quedar rezagado. Comienza a perder tiempo rápidamente. En Tarascon-sur-Ariège, en el kilómetro 141 de la etapa, pierde once minutos, pero pedaleando a gran velocidad recorta algo de tiempo al pasar por Ax-les-Thermes, unos 25 kilómetros más tarde. Poco después “alguien” le comunica que pierde 20 minutos. En cabeza 24 ciclistas inician la subida a Puymaurens. En la cima serán 32. La velocidad sigue sin ser alta. Binda, deprimido y sin suerte, abandona.

  •    Al finalizar los Pirineos Leducq encabeza la clasificación general con cinco minutos de ventaja sobre Antonin Magne. Guerra está a más de 13 minutos. Demuysère, a 15. Pélissier, a casi 20. Benoît Faure es el primer independiente, en décima posición, a 48 minutos del líder. Lo más destacable en las siguientes etapas, que acercan al pelotón a los Alpes, sucede en la decimocuarta etapa, de 132 kilómetros, una auténtica escabechina entre Cannes y Niza donde Learco Guerra pierde 9 minutos. Guerra pincha en el kilómetro tres de la etapa y esta se convierte casi de salida en un polvorín. Se forman varios grupos, con los favoritos distanciando a Guerra, que circula en un tercer pelotón. A falta de unos 50 kilómetros para la llegada, en el col de Braus,  el primero en pasar es Benoît Faure. El resto corona de uno en uno: De Lannoy, Bonduel, Schoen…  Leducq pasa con cinco minutos de retraso… Demuysère a nueve, Guerra a más de nueve y medio, Antonin Magne a diez minutos. Además la bajada del puerto está sembrada de clavos y los pinchazos se suceden: Leducq, De Lannoy, Demuysère, nuevamente Guerra… Sólo Peglion, futuro vencedor de la etapa, y que había coronado a cinco minutos y medio, puede esquivarlos. A unos 20 kilómetros de la llegada, en el col de la Turbie, Leducq, con Demuysère, Bonduel, Fayolle y Thierbach pasan a cuatro minutos y medio de Peglion. Guerra y Magne llevan un cuarto de hora de retraso.

     

       En la decimoquinta etapa, entre Niza y Grenoble, de 333 kilómetros, Benoît Faure marcha en cabeza tras el col de Allos. Leducq y Guerra se unen a él. Tras el col de Bayard, todo sigue igual, pero a 20 kilómetros de meta Leducq pincha dos veces seguidas y pierde seis minutos en Grenoble. Guerra se coloca segundo en la general con 17 minutos de retraso, sobrepasando a Antonin Magne. Faure ya es sexto.

     

       La decimosexta etapa entre Grenoble y Evian, de 331 kilómetros, está a punto de cambiarlo todo. Con el Galibier a 225 kilómetros de meta no se esperan grandes cambios. El hermano de Antonin, Pierre, pasa primero por la cima, con unos metros de ventaja sobre Faure. Leducq, pasa a minuto y medio. Gran bajador, no necesita forzar, pero pincha en mitad del descenso. “Mientras reparaba la avería vi pasar a Guerra, que llegó en tromba. Cuando volví a subir a la bicicleta inicié la persecución. Yo percibía su potente silueta a alrededor de 500 metros. Es entonces cuando se produjo la catástrofe, tan repentina, tan inesperada, tan brutal, que no llego a comprender cómo sucedió. Era una curva de esas que se puede tomar sin ni siquiera frenar. El choque con el suelo fue brutal, pero no era mi cuerpo el que daba vueltas, sino mi cabeza. La angustia más horrible me aterraba despiadadamente. No sentía el asfalto desgarrando mis manos, mis rodillas, mis costados… No pensaba en la muerte, bastaba con que mi frente golpease una roca o que yo cayese por el barranco… Yo sólo veía una cosa, horrible: mi hermoso maillot amarillo se evaporaba. Mis manos estaban despellejadas, tenía una herida bastante profunda en el costado derecho y en mi rodilla izquierda una herida de una caída anterior se había reabierto. Marcel Bidot enderezó el pedal izquierdo y gracias a mis compañeros pude subir a la bicicleta. Pierre Magne recolocó también una zapata de freno que había quedado torcida y me frenaba. Mis heridas no me molestaban demasiado, pero no había hecho un kilómetro de la subida al Télégraphe cuando mi pedal izquierdo se rompió y volví a caerme. Bidot me seguía y cayó encima de mí. Llorando de rabia y desesperación ya no tenía fuerza para luchar contra la mala suerte que me perseguía. Además, como el reglamento prohibía el cambio de bicicleta con otro participante, el único camino era abandonar. Pierre Magne corría en búsqueda de un pedal. Teniendo en cuenta el lugar del accidente fue milagroso que un aficionado ciclista le cediese uno. Un motociclista tenía una llave para colocarlo.”

     

       Guerra y Demuysère se llevan con ellos a la pulga de Torrelavega, Vicente Trueba, y al inefable Benoît Faure. Llegan a alcanzar los 15 minutos de ventaja sobre Leducq, Afortunadamente para él, puede contar con la ayuda de varios de sus compañeros. Además de Pierre Magne y Marcel Bidot, se unen Pélissier, Merviel y Antonin Magne, que entablan una persecución en la que van alcanzando a todos los ciclistas que se encontraban intercalados entre los escapados y Leducq. Bonduel, Pancera, Mertens, Cardona, Dossche, De Lannoy, Laloup, Cepeda… asisten en primera fila a una de las luchas más encarnizadas que se recuerdan en el Tour de Francia. Demuysère, que también se había caído en el descenso del Galibier, tiene dolores en su brazo izquierdo y en su mano. Guerra, que había sido el que había cargado con el peso de la escapada, está al límite de sus fuerzas. A Vicentuco le falta el aliento. Faure se arrepiente de atacar a un compatriota y no pasa al relevo. Son 70 kilómetros de infarto. A 125 kilómetros de la llegada se produce la fusión de los dos grupos. Sin un gramo de fuerza, todos llegan sometidos a Evian, donde se impone Leducq. El más perjudicado de la etapa es el belga Demuysère, que en la etapa siguiente está a punto de abandonar. Apenas puede sostener el manillar y frenar es un suplicio para él. Acumula un cuarto de hora de retraso y el dolor hace mella en él. Finalmente, gracias a la ayuda de sus compatriotas Taverne, Dossche y Mertens, llega a meta a menos de cinco minutos del vencedor Frans Bonduel.

     

       La decimonovena etapa, con llegada en Charleville no hubiera tenido demasiada historia si no hubiese sido por el conato de reyerta iniciado por Learco Guerra, tercero en la meta, que se precipita sobre Charles Pélissier con el puño en alto. Guerra le acusa de empujarle en el último viraje. El escándalo es mayúsculo. Ambos fueron multados, Pélissier por abandonar su trayectoria durante el sprint y Guerra por su violento gesto. El incidente fue tan comentado que Learco Guerra tuvo que responder a las preguntas de Benito Mussolini cuando este le recibió como un héroe a su regreso a Italia.

     

       Leducq se impone finalmente con 14 minutos de ventaja sobre Learco. Antonin Magne es tercero a 16 minutos. Demuysère es cuarto a más de 20 minutos. Bidot es quinto. Faure finaliza en octava posición a casi una hora de Leducq. ”Hace tres meses -dirá Leducq- ni siquiera veía la mínima posibilidad de ser incorporado al equipo francés. ¡A veces somos dirigidos como verdaderas marionetas por el Destino!"

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